Se sienta ante las hojas
de un escrito extraño,
con una música cualquiera
de amores foráneos.
Y vuelan sus recuerdos
a ese día huidizo,
cubriéndose de un cielo
nublado y plomizo...
De laberintos de cera
quemándose en los altares,
rogando interminable
a sus dioses ancestrales.
Que durante toda una noche,
latieron el paso de nubes
grisáceas de algodón,
que ese día surgieron.
Al pasar del tiempo
de un lado al otro del reloj,
Ella no sabe si fueron
sus ruegos o fueron sus dioses
que tejieron la ilusión.
Ni siquiera el porqué de tanta,
tanta emoción.
Y le gustaría que las saetas
se decidieran detener,
en este día, en estas horas,
jugando interminable
a ser poeta enamorada
sólo del atardecer.
De pronto afuera llueve...
Deja la escritura...
Cierra el libro que no lee,
el recuerdo queda...
Los rayos se quiebran,
los truenos retumban,
y también en su corazón
los relámpagos traspasan.
Comienza a latir al unísono
con una vieja música
quizás porque no está...
o sigue allí, igual la escucha,
en ese lugar de su memoria...
Senta-se ante as folhas
de um escrito estranho,
com uma música qualquer
de amores forasteiros.
E voam suas recordações
a esse dia huidizo,
cobrindo-se de um céu
nublado e plomizo...
De labirintos de cera
queimando-se nos altares,
rogando interminável
a seus deuses ancestrais.
Que durante toda uma noite,
bateram o passo de nuvens
acinzentadas de algodão,
que esse dia surgiram.
Ao passar do tempo
de um lado ao outro do relógio,
Ela não sabe se foram
seus ruegos ou foram seus deuses
que teceram a ilusão.
Nem sequer o porquê de tanta,
tanta emoção.
E lhe agradaria que as saetas
decidissem-se deter,
neste dia, nestas horas,
jogando interminável
a ser poeta apaixonada
só do entardecer.
De repente afora chove...
Deixa a escritura...
Fecha o livro que não lê,
a recordação fica...
Os raios se quebram,
os trovões retumbam,
e também em seu coração
os relâmpagos traspassam.
Começa a bater ao uníssono
com uma velha música
quiçá porque não está...
ou segue ali, igual a escuta,
nesse lugar de sua memória...